En un contexto difícil, es cada vez más relevante para las empresas llevar a cabo una gestión óptima de su flota de vehículos. No prestar especial atención en este aspecto puede generar grandes riesgos.
Organizar y proteger de forma correcta cualquier vehículo que sea parte de una industria, y que transporte recursos valiosos, debe ser una prioridad.
Presentamos un punteo de las posibles consecuencias de gestionar de forma errónea esta pata clave de cualquier negocio:
Selección de vehículos inadecuada: Es muy común elegir el tipo o modelo de vehículos sin tener en cuenta la actividad comercial a la que se va a dedicar el negocio. Esto generará costos inesperados a largo plazo, como el seguro, el mantenimiento y hasta la venta final del vehículo.
Rutas poco eficientes: Aumenta la necesidad de adquirir más vehículos y genera problemas para establecer rutas homogéneas. Provoca que los conductores tengan menos conocimiento de los caminos que realizan. Por lo tanto, crece el número de accidentes y los daños causados o sufridos. Además, los kilómetros recorridos por ruta aumentan y, por consiguiente, el desgaste de los vehículos es mayor.
Costo de paralización de los vehículos y costo de servicio: En caso de sufrir accidentes o daños inesperados por una mala gestión, aumenta la necesidad de contratación de vehículos de sustitución.
Demoras de entrega a clientes: Una mala gestión puede ocasionar problemas con los tiempos de entrega o visita a los clientes, lo que puede incidir negativamente en su experiencia de usuario.
Gasto en reparaciones no cubiertas por el seguro: Una mala gestión puede provocar una mala contratación del servicio de seguros para los vehículos. Hay que prestar especial atención a las pólizas que se contratan.
Aumento de riesgos laborales: Es importante una buena logística en rutas y gestión del personal para evitar bajas médicas por posibles daños o lesiones en conductores de la empresa.